Un día como hoy 2 de agosto del 2001 murió Jesús “El Ciego” Muñoz personaje inolvidable de la fiesta brava que marchó a la eternidad hace ya 16 años.

Torero, romántico y auténtico bohemio que dejó huella en los anales de la tauromaquia por su  don de gente, siempre dispuesto ayudar al más necesitado.

Jesús Muñoz fue el precursor de las agencias taurinas  que existen ahora en el país, con una cuartilla y una plumón de tinta negra anotaba sus datos, acompañado para su inspiración de su Delicado, un Raleigh o si tenía tos, de un Salem, pero eso si con Vick Vaporub para que no raspara. Todo el orbe taurino acudía a “El Ciego”, con sólo una llamada,  se encargaba de distribuir con gran eficiencia la información taurina.

Hermano menor del matador José “El Negro” Muñoz quien hizo mancuerna con el inolvidable “Torero de México “Alberto Balderas,  y que en su paso por la Vieja Patria se hizo amigo de los poetas de la generación del 27, como un García Lorca, Miguel Hernández, Jorge Guillén y Rafael Alberti y que más tarde se incorporará como Catedrático del Instituto Politécnico y del programa taurino “Toros y Toreros” del licenciado Julio Téllez.

Jesús fue motivo de inspiración de Luis Spota en su libro “Mas Cornadas da el Hambre”  en  donde se personifica a “El Ciego” y a “Pancho Camioneto” y  de  Jorge López Antúnez en “El Zopilote Mojado”  en donde nos relata su famosa “Cueva” de Monterrey, como así le llamaba a su albergue de compañeros de la legua y andanzas taurinas como lo fue el famoso “Burbujas”, apoderado del inolvidable mimo  Mario Moreno “Cantinflas”.

Muñoz también tenía sensibilidad y talento para la poesía y corridos mexicanos dedicados a figuras como a Juan Belmonte, Carlos Arruza, Juan Silveti y Fermín Rivera y a esos médicos entusiastas y competentes que atendían con verdadera vocación a los toreros caídos como fueron José Rojo de la Vega y Javier Ibarra y  “Si yo fuera Torero”,  la más hermosa, sentida de sus poesías sobre el deseo de querer, de brindar un toro  y ya no poderlo ser.

Recordamos con cariño al bien recordado Jesús “El Ciego” Muñoz, personaje de desgarbada figura, enjuto de carnes, y vestimenta sui generis largo cabello, lentes de fondo de botella y sombrero de palma con su frase  inconfundible de “A mí, mi luz, manito”.

Foto: Elmira Pérez