Este lunes 28 de agosto de 2017 se cumplen ya 70 años de aquella infausta tarde, dentro de las Fiestas de San Agustín, en que el coso de Linares, en la provincia española de Jaén, fuera el escenario de una tragedia que conmovió al Mundo Taurino, donde el toro de nombre “Islero” de la dehesa de Miura, le infiriera una cornada mortal en la zona inguinal derecha, justamente cuando entraba a matar, al que se considera un revolucionario del toreo, el cordobés Manuel Rodríguez “Manolete”.

Por ello, para recordarlo, queremos traer a la palestra algunos pasajes de su vida como torero.

Manuel Laureano Rodríguez Sánchez nació el 4 de julio de 1917 en el número 2 de la calle del Conde Torres Cabrera, de la sultana Córdoba.

Su padre fue el matador de igual nombre y apodo que falleció cuando Manuel sólo tenía cinco años. Familiar también de los toreros José Dámaso Rodríguez “Pepete”, José Rodríguez Sánchez “Bebé Chico” y el banderillero Rafael Sánchez “Bebé”. Su madre, doña Angustias Sánchez, se casó en primeras nupcias con Rafael Molina Martínez “Lagartijo Chico”.

Tras pasar por la escuela taurina de “Montilla”, sus primeros capotazos, “Manolete” los da en 1929 en la finca Lobatón, en Cabra, cerca de Córdoba. Torea vestido de luces por primera vez en 1933 en un festejo nocturno celebrado en el coso francés de Arles.

En Córdoba se presenta con picadores el 27 de julio de 1935. El 26 de mayo se presenta en Sevilla, donde logra sonoros triunfos los siguientes 5 de junio y 9 de octubre.

Torero legendario que impuso su propio estilo y que polémico o no, apasionaba y sigue apasionando en debates, charlas y artículos, dejando una huella que aún perdura. Hizo cambiar a la afición el concepto del arte del toreo, de tal forma que hubo una forma de lidiar reses bravas antes y después de él.

Tomó la alternativa el 2 de julio de 1939, en la Real Maestranza de Sevilla, de manos de Manuel Jiménez “Chicuelo” y con Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana” como testigo, con el toro “Mirador” de Clemente Tassara.

Designado como el cuarto “Califa del Toreo”, “Manolete” exhibió siempre una personalidad seca y austera, rigurosa y con un estilo para hacer el toreo de perfil, casi al hilo del pitón y con la muleta retrasada, el famoso toreo paralelo, lo que obligaba al toro a pasar previamente ante el cuerpo del torero. Su estilo fue la extensión de su carácter. Sobrio y duro pero también elegante pues se imponía al toro igual que en su vida social, según reza la historia.

El 12 de octubre de 1939, en Corrida de la Beneficencia, confirma su doctorado en el coso Monumental de Las Ventas de Madrid, siendo su padrino Marcial Lalanda y el testigo también confirmante Juan Belmonte Campoy, con el ejemplar llamado “Tejón” de Antonio Pérez. Mismo festejo que abrió toreando a caballo don Juan Belmonte García “El Pasmo de Triana”.

En México se presentó el 9 de diciembre de 1945, en El Toreo de la Condesa, confirmando la alternativa de manos de Silverio Pérez, gran amigo de “Manolete”, y ante la presencia de Eduardo Solórzano, quien esa tarde decidió retirarse de los ruedos. El toro de la ceremonia fue “Gitano” de Torrecilla, ganadería zacatecana por cierto en la que tuvo su primer contacto con el campo bravo nacional a finales de noviembre y principios de diciembre de ese 1945.

Tanto en cosos de Europa como de Sudamérica y de la República Mexicana tuvo importantes rivalidades con diestros mexicanos como Carlos Arruza, con el que más; Fermín Espinosa “Armillita”, Lorenzo Garza, Luis Castro “El Soldado”, Silverio Pérez, Jesús Solórzano, Luis Procuna, Fermín Rivera, Antonio Velázquez y Alfonso Ramírez “El Calesero”.

Pero vino aquella tarde del 28 de agosto de 1947 en Linares y a 70 años de ello queremos rememorar igualmente, a través del arte de la pluma del talaverano don Salvador Ruiz de Luna, su Elegía a “Manolete”, la que hiciera famosa en voz del gran cantante onubense Miguel Herrero:

“¡Pero si no puede ser, con estos ojos lo he visto y no lo puedo creer!/ ¿Sabe usted una cosa, mare? ¡Hoy ha muerto ‘Manolete’ en la plaza de Linares!/ Qué momento más tremendo. Lo he visto morir matando y le he visto matar muriendo./ Fue un mal toro traicionero de la raza de los Miura que se llamaba ‘Islero’. Mucha casta y más bravura. ¡Mal haya sea la fama de los toros de Miura!/ Pero si no puede ser, con estos ojos lo he visto y no lo puedo creer! ¡Linares, Linares!/ Enluta tu corazón con crespones y alamares que ha muerto de la afición el pilar de los pilares./ Tiene los ojos cerraos el mejor de los toreros, también se llama Manuel lo mismo que el ‘Espartero’./ El as de los ases fue, mezcla de gitano y moro, ‘Manolete’ el cordobés, dejó su vida en un toro./ En Córdoba se ha enlutao el más alto minarete, que en la plaza de Linares mató un toro a ‘Manolete’./ Estatua levantarán al rey de la torería pero no conseguirán la majestad que él tenía. ¡Linares, Linares!/ Enluta tu corazón
con crespones y alamares que ha muerto de la afición el pilar de los pilares. Pero si no puede ser, con estos ojos lo he visto y no lo puedo creer”.

Esa tarde agosteña del 47 entonces, según se cuenta, después de haber sido muy discutido la temporada anterior, pues se le acusaba de exceso de comodidades y de tomar ventajas con los toros que imponía y de no haber toreado apenas ese año, comparte cartel en Linares con Luis Miguel “Dominguín” y Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”. El segundo toro de su lote, “Islero”, de Miura, llega muy tardo y apretando a la suerte suprema. “Manolete”, como siempre, se entrega, pero comete un error técnico y ejecuta la estocada con mucha lentitud. El toro hunde hasta la cepa el pitón en su muslo derecho. Se dijo que los destrozos causados en el triángulo de Scarpa atravesando por la vena femoral le produjeron la gran hemorragia que le llevó a la muerte el siguiente día 29 del mismo mes a las 05:07 horas.

Vaya entonces este respetuoso recuerdo al maestro Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”.