Un día como hoy, 14 de junio, pero de ya hace nueve años, pareciendo que fue ayer, don Adiel Alfonso de Jesús Bolio y Solís, mejor conocido en el ambiente periodístico general y deportivo como Addiel Bolio y en el Mundo del Toro como el famoso C.T.I. (Cronista Taurino Internacional) o como “Juncal”, firmándose así en su gustada columna “Taurinerías”, se dio su lamentable partida a los 73 años de edad pero conforme pasa el tiempo sigue creciendo en el recuerdo de los aficionados a la más bella de todas las fiestas, la Fiesta Brava.

Curiosamente y porque a veces el destino es más que caprichoso, le marca al ser humano el rumbo de la vida y en el caso de mi padre, don Addiel, el mes de junio fue de mucha significación en su vida, independientemente que en mayo, un día 27 de 1935, de manera circunstancial, viera la primera luz abordo del barco “Emancipación”, de bandera mexicana, cuando mis abuelos, don María Solís Rendón y don Adiel Ángel Bolio Ávila, viajando de La Habana, Cuba, a Puerto Progreso, Yucatán, fueron padres del que sería su único hijo.

Sucede que fue en junio, un día 2 de 1957, cuando después de actuar de luces en un festejo en el coso Monumental “Alberto Balderas” de Ciudad Juárez, Chihuahua, ya de regreso al cuarto del hotel, frente a un espejo, se dio cuenta de que tras ocho cornadas en el cuerpo y que por respeto a su profesión no podía seguir adelante y así sucedió que se despidió de los ruedos pero después se hizo un estupendo aficionado práctico.

Fue a mediados de ese mes de junio, del mismo 1957, que gracias al gran Francisco Gómez “El Zángano”, quien como su padre, lo hizo cronista taurino de radio en el mismo coso juarense.

Y fue en el mes de junio, aquella mañana del sábado 14 de 2008, cuando su organismo se cansó y se venció para perder la vida en la Clínica Dos del Instituto Mexicano del Seguro Social de la ciudad de Aguascalientes, dejando un gran legado al periodismo taurino.

Por ello, en este su IX aniversario luctuoso he permitido que el sentimiento me lleve a dejarle a don Addiel Bolio estas cariñosas líneas:

“Nadie como tú, mi guía, para enseñarme y encaminarme por la vida.

Nadie como tú, papá, para llevarme por el sendero de la honestidad y los buenos valores.

Nadie como tú, mi maestro, para demostrarme que todo tiene una solución.

Nadie como tú, mi amigo, para saberme escuchar en mis momentos más difíciles y recibir de ti un ilustrador consejo.

Nadie como tú, mi compañero, que me adiestró como hombre y como profesional.

Y nadie como tú, padre mío, que día a día te busco en las nubes y que noche a noche trato de encontrarte entre las estrellas para decirte una y otra vez cuanto te extraño. Nadie como tú”.

Addiel Bolio, de acuerdo con lo que afirmaba el doctor Sigmund Freud, fue siempre una persona afortunada porque nada en la vida le fue fácil, pues todo lo que tuvo y obtuvo en ella fue a través de su intenso, recto y honorable trabajo.

De esta manera he querido recordar a mi padre en este su IX aniversario luctuoso. Descansa en paz papá.