Para que un torero se desarrolle como tal, sobre todo, su forma de entender e interpretar el toreo, además de estar “empapado” de lo que es la lidia de un toro bravo, siempre será necesario y fundamental que tenga una buena dirección, atinada y responsable en lo que a las indicaciones que le hagan andar desahogado en el ruedo.

Quien esté detrás del torero debe ser alguien que sepa de tauromaquia y si además de ello es su apoderado, pues mejor aún.

Un ejemplo de ello es la dupla integrada por el joven diestro aquicalidense Diego Emilio y su apoderado y maestro, el diestro retirado Manolo Arruza, quienes a diario entrenan, conversan, intercambian impresiones, además de convertirse Diego en un fiel seguidor de los invaluables conceptos y consejos que Arruza le proporciona, sobre todo porque cree en él, le tiene fe y mucha confianza en que puede cuajar en un relevante matador de toros.

Al respecto, Manolo nos platicó sobre los puntos en los que trabaja para pulir y enriquecer el toreo de Emilio.

“Principalmente los señalamientos que le hago es que se fije en detalles como la fijeza tanto de las vacas como de los toros, en las distancias, su recorrido, las querencias, los toques suaves dentro de lo que es la geometría taurina y la colocación para torear, es decir, sobre todo enhilado al pitón y sólo cuando sea necesario cruzarse para hacer el toreo de acuerdo a la dirección que se le de con el brazo. Eso es a grandes rasgos y lo cierto es que Diego tiene una estupenda asimilación”.