MADRID, España. Jueves 16 de mayo (Cultoro).- Ni una sola opción dejó el encierro compuesto por los toros de las ganaderías salmantinas de Valdefresno y Hermanos Fraile Mazas para la entrega personalísima e indiscutible del espada gaditano David Galván, del pellizco artístico del matador sevillano Juan Ortega y de la disposición gustosa y más que evidente del diestro peruano Joaquín Galdós.

Tercera corrida de toros de la Feria de San Isidro. Media entrada en el coso Monumental Las Ventas, es decir, 11 mil, 226 personas en los tendidos.

Se lidiaron entonces cuatro toros de Valdefresno y dos de Hermanos Fraile Mazas. Noble y obediente, sin raza ni fondo el zambombo primero. De humillada clase y nulo fondo de raza el hermoso segundo. Emotivo en la arrancada, pero desordenado en el comportamiento el informal tercero. Aplomado y anodino el cuarto, siempre yendo a menos. Manso y a la defensiva el deslucido quinto. De acusada movilidad, pero a la defensiva el sexto.

David Galván, tras ser ovacionado en su primero luego de escuchar un aviso y en su segundo tener silencio con un aviso, comentó: “He intentado estar con compromiso y con decisión, creo que he transmitido una buena imagen”.

Por su parte Juan Ortega, quien fue silenciado en sus dos ejemplares, aunque con un aviso en el segundo de ellos, dijo: “costaba mucho trabajo con el viento”.

Y Joaquín Galdós realizó un gran esfuerzo en su primero para hacerse ovacionar y en el otro, en el que cerró plaza, tuvo silencio, por lo que al respecto apuntó: “la pena es no haber podido torear mejor, pero con el aire es muy difícil”.

Foto Cultoro