Comenzó la parte taurina de la CLXXXIX Feria Nacional de San Marcos, en el meritito Aguascalientes, con la primera de las once corridas de toros que la empresa Espectáculos Taurinos de México ha programado en el coso Monumental y en la que ha resultado triunfador, porque logró cortar la única oreja del festejo tras una impecable labor, el espada del momento, el tlaxcalteca Sergio Flores, quien gracias a ello, al finalizar la función, se le entregó el trofeo en disputa, la “Oreja de Oro”, pues era el festejo de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares, misma que puso en juego su preciado galardón en tercia.

Su alternante, el experimentado y gran diestro mexiqueño Ignacio Garibay se fue de vacío pero satisfecho de la forma en que se ha jugado la existencia en sus dos astados, sufriendo dos palizas además de traer fracturado el dedo meñique de la mano izquierda, pero si dejando constancia de su entereza, conciencia y madurez como hombre y como torero. Le falló la espada pues hubiera salido de la plaza hasta con tres orejas pero finalmente se quedó con una vuelta al ruedo con mucha fuerza, llena de reconocimiento por parte del público.

Y el tercero en el cartel, el que tomó la alternativa a duras penas pues con la espada está en “la olla”, el local Diego Emilio, evidenció que para doctorarse hay que estar más que bien preparado, que nos es poca cosa y de ello careció el torero al tener una actuación entre altibajos y con lo poca fortuna de que se le haya ido vivo a los corrales su segundo astado.

Así que ante menos de media entrada en tarde de cielo despejado, se lidiaron seis toros de la dehesa zacatecana de Santa Fe del Campo, de irreprochable presencia, aunque el quinto fue protestado por falta de trapío. Sobresalieron el sexto toro, además de los corridos en primero, segundo y tercer lugares por su raza, bravura y emotividad, resultando complicados el cuarto y el quinto ya mencionado.

El recio diestro Ignacio Garibay a su primer astado lo recibió en los medios de rodillas, siendo arrollado y sufrir una paliza en todo el cuerpo. Se repuso y lanceó a pies juntos con buen ritmo y luego abrir el compás en sensacionales verónicas, así como quitar vistosamente por chicuelinas y tafalleras. Con la muleta le endilgó de inicio en el centro del ruedo una estrujante tanda de derechazos de hinojos para ponerse de pie y largar tela de la buena por el mismo pitón en otras dos series, siguiendo en ese tenor de toreo verdad por naturales, intercalando adornos muy toreros como la vitolina, el tricherazo, los de pecho y un abaniqueo. Dejó dos pinchazos y una estocada honda para ser llamado a dar una más que merecida vuelta al ruedo.

En su segundo hizo lo mismo Garibay, se fue a los medios y de rodillas recibió al santafecampero para igualmente resultar atropellado de fea manera y se puso de pie para reponerse. Su labor de muleta fue, de comienzo, doblándose toreramente para luego dar pases por ambos lados con firmeza y determinación. El toro perdía con frecuencia las manos pero a base de sobar al astado, que no fue fácil, Ignacio logró hacerse del animal pisando terrenos comprometidos, jugándose la vida en serio, sin cuentos. Fue sacando uno a uno los muletazos de gran mérito, con valiente aguante. Hizo el toreo en redondo con exposición y todo se vino abajo cuando falló al matar, quedando todo en aplausos que la gente lo debió haber sacado al tercio. ¡Vaya torero!

En tanto, Sergio Flores a su primero, llamado “Constuctor”, así lo indicaba el letrero cuando en la tarjeta de sorteo tenía el nombre de “Constructor”, nada le hizo con el capote pero cuando tomó la muleta, luego de doblarse de manera atingente, hizo el toreo con ritmo y cadencia tanto por el perfil derecho como por el izquierdo, adornando con los de pecho y un afarolado. Vino entonces el toreo largo y templado, de estupendo trazo que rubricó con vistoso preparado de pecho rodilla en tierra. Más toreo derechista rematado con un cambio de mano por delante y una serie de joselillinas para abrochar el trasteo. Acabó de estocada contraria y descabello para lograr cortar una más que merecida oreja.

Luego vino el “trago amargo”. Salió su segundo y fue protestado por falta de presencia. El toro tenía cabeza y era cariavacado pero a un sector del público no le gustó y se le puso en contra de manera injustificada a Flores, quien era el menos culpable de la situación. Aun así trató de convertir las “lanzas en cañas” pero todo su esfuerzo fue inútil pues la faena que le hizo tuvo importancia pues además se la brindó a su alternante Ignacio Garibay. Cuajó series de derechazos y naturales de buen trazo y exposición pero todo fue en vano. Terminó aliñando, no acertó al matar y fue despedido entre incomprensibles pitos tras un aviso.

Y el que hizo su examen para matador de toros, Diego Emilio, en el astado de la ceremonia, el que abrió el festejo, de nombre “Viñador”, número 85 y con 523 kilos, estuvo empeñoso con el capote. Vino un aparatoso tumbo del piquero José Isabel Prado y quitó Garibay por chicuelinas, replicándole Diego por saltilleras y un susto. Luego de la ceremonia del doctorado cuando le cedió los trastos Ignacio Garibay con el testimonio de Sergio Flores, su faena la brindó a quien fue su maestro, el diestro retirado Manolo Arruza, y a su padre también el torero en el retiro Pedro Gutiérrez. Aquí fue donde, además del nervio normal, evidenció su falta de torear. Dio una tanda derechista de buen calado, una segunda a menos, otra con desarme incluido y luego vino una mejor. Por naturales lo hizo bien y ayudándose y una más sin la espada simulada rematando con molinete invertido. Se puso pesado con la espada y se le despidió con palmas tras un recado de la autoridad.

En el que cerró plaza, se vio más asentado, veroniqueando bien e instrumentando chicuelinas, aparte de quitar por saltilleras, una gaonera y una caleserina. Su quehacer muleteril fue iniciado en los medios con pases ayudados por alto. El toro fue el mejor el encierro, bravo y emotivo, al que Diego le dio buenas tandas cortas por el pitón derecho. Después ya nada fue igual, un molinete y derechazos descompuestos. Luego por naturales vivió sus mejores momentos en tres series. Terminó por el lado diestro con temple intermitente y en redondo. Cerró con joselillinas y labor de aliño. Volvió a ponerse pesado con la espada y el descabello, además de sufrir un gran susto, para que le sonaran los tres avisos e írsele vivo a los corrales el buen toro de Santa Fe del Campo.

FICHA: AGUASCALIENTES, Aguascalientes. Primera corrida de la CLXXXIX Feria Nacional de San Marcos. Entrada: Menos de media entrada en tarde de cielo despejado. Toros de Santa Fe del Campo, de irreprochable presencia, aunque el quinto fue protestado por falta de trapío. Sobresalieron el sexto toro, además de los corridos en primero, segundo y tercer lugares por su raza, bravura y emotividad, resultando complicados el cuarto y el quinto ya mencionado. Ignacio Garibay: Vuelta al ruedo y palmas. Sergio Flores: Una oreja, pitos tras un aviso y para él fue la “Oreja de Oro”. Diego, quien tomó la alternativa: Palmas tras un aviso en el de la ceremonia, llamado “Viñador”, número 85 y con 523 kilos y toro vivo a los corrales tras recibir tres avisos.

Fotos: Efrén González