MADRID, España. Jueves 8 de junio (Cultoro).- Tres toreros con necesidad de triunfo se anunciaban en este festejo que se colaba de rondón en la semana torista de la feria. Manuel Jesús “El Cid” en su única tarde después de 14 años, el mexicano Joselito Adame y Juan del Álamo se enfrentaron a una corrida de toros de Alcurrucén remendada con un toro de El Cortijillo, resultando triunfador, con apertura de la Puerta Grande, Del Álamo, al cortar dos apéndices.

Al primero, el remiendo de El Cortijillo en la corrida de Alcurrucén, le faltó entrega y desliz en el percal de “El Cid”, donde no se quiso emplear en absoluto, haciendo que desistiese el matador de saludar a la verónica. Reservón anduvo en quite de Joselito, quien vio cómo se le venía a la altura de la esclavina al manejar el percal. Y le costó mucho a Manuel esperar la llegada, que parecía zorrona y costaba confiarse con ella pero había que confiarle y consentirle para que desarrollase el toro. Sólo cuando le fue asentando Manuel el gobierno se atemperó, que sin embargo nunca se entregó a la labor de “El Cid”. Lo mató por arriba y tuvo silencio.

El cuarto fue uno de los toros de lo que va de feria. Codicioso, humillado y profundo en sus embestidas, pasó a engrosar la lista de toros buenos pinchados por “El Cid” en Madrid. Y eso que le sacó la muleta por debajo de la pala y vio cómo embestía con tremenda transmisión mientras se sucedían las series con el triunfo cada vez más cerca. Pero pinchó el de Salteras de nuevo y una ovación fue todo su premio.

Poco empleo lució el segundo en el capote de Joselito Adame y quitó por chicuelinas de Juan del Álamo. A más se fue el toro en la muleta, con la que le consintió mucho el mexicano hasta que llegó el momento de citar largo, anclar talón, girar con sutileza sin perder pasos y dominar sin sudar. Y eso lo hizo Adame a la perfección con una animal que no terminó de coger vuelo y que terminó rajado. Pinchó, además, Adame, y el silencio valoró su labor.

Al quinto hubo que medirlo más que a los hermanos porque no sacó tanta boyantía pero sí fu franco en todo lo que hizo en los primeros tercios de la lidia de Joselito Adame y le pegó media docena de verónicas Juan del Álamo en el quite que remató con media abelmontada. A pies juntos inició la faena de muleta, ganando el paso en cada estatuario pegado hasta llegar a los medios con el animal volviendo siempre. Sin embargo, no fue igual en calidad que sus hermanos y demandaba más anticipación, saliendo más desentendido y con menos raza. Joselito se entregó a su última faena de esta feria pero no encontró material con que arañar el premio.

Salió el tercero enseñando las palas por delante pero sin terminar de gustar por su hechura. Con un frenazo delante de Juan del Álamo, que se lo pasó muy cerca en las verónicas después de hacerlo romper hacia adelante. Brillante Juan en su saludo al tercero. Fue fulgurante el inicio de muleta rodilla en tierra, con el toro empujando hacia adelante, el charro templando tela, mirando al tendido en un sorpresivo natural y rematando después con garbo. Ligó mucho las tandas, con suavidad para templar la embestida, con la muleta siempre puesta para recoger la arrancada. Mucha fijeza la del toro, que terminó embistiendo con mucha profundidad a zurdas en una postrera tanda de sentirse mucho. Un auténtico zambombazo le dejó con la espada para tirarlo sin puntilla y pasear una nueva oreja en su paso por Madrid, que le pidió con fuerza la segunda y lo obligó a dar dos vueltas al ruedo.

A Juan del Álamo le pegaron una ovación antes de que se hiciese presente el sexto en la arena, señal de su favorable situación con una oreja en la espuerta. Se le frenó también éste en el capote pero lo hizo romper el charro hasta pegarle verónicas de pura decisión y rematarlas con una media y una revolera. Era pura determinación Del Álamo a cortar la oreja que le faltaba. Descompuesto el toro mansurrón, se hincó el charro para darle trapo y girar talón, recoger las embestidas y vaciar las pasadas a pesar de que no guardaba lindezas el toro para regalarle a Juan. Y se jugó la vida el salmantino con un toro de media altura, cara sucia y suelta y vicio de venir por dentro. Juan no evidenció nada de eso. Se fue decidido a cortarle la oreja que se le había quedado a deber, ya fuera por lo civil o por lo criminal. Un pelín desprendida quedó la estocada pero lo despacio que ejecutó la suerte mereció el premio final.

FICHA: Plaza de toros Monumental de Las Ventas. Feria de San Isidro. Vigésima novena del abono. Dos tercios de entrada. Cinco toros de Alcurrucén y uno de El Cortijillo, de correcta presencia y buena hechura. Reservón y sin entrega el primero; mansurrón y noble el manejable segundo sin raza; con fijeza, temple y clase el buen tercero; de gran fijeza, transmisión y codicia el gran cuarto, aplaudido; desentendido y pasador el insulso quinto; desentendido, reservón y sin entrega el sexto. Manuel Jesús “El Cid”: Silencio y ovación. El mexicano Joselito Adame: Silencio y silencio tras un aviso. Juan del Álamo: Una oreja con dos vueltas al ruedo y una oreja, con salida en hombros.