Madrid, España. 21 de mayo. (Juan Carlos Mesa/ Burladero. tv)

Tarde poco vistosa para el aficionado que acabó llenando algo más de media plaza. Ni el hierro era de los vistosos ni los diestros habituales de la seda, más bien ejemplo de entrega, compromiso y actitud

Octavo festejo de la feria de San Isidro, la corrida del hierro salmantino de El Pilar, ese que rehúyen las figuras por haber mutado desde la clase a la fuerza, y una terna de obreros compuesta por Juan del Álamo, un habitual en Madrid, de donde ha salido triunfante en muchas ocasiones, José Garrido y el mediático Gonzalo Caballero.

Tarde poco vistosa para el aficionado que acabó llenando algo más de media plaza. Ni el hierro era de los vistosos ni los diestros habituales de la seda, más bien ejemplo de entrega, compromiso y actitud. Tras el ciclón de Perera y Aguado la pasada semana, le tocaba hoy turno a los obreros del escalafón, esos que se vacían en cualquier circunstancia, con bombo o sin él, ante lo que les echen en el ruedo, con o sin viento y en el caso de Juan del Álamo incluso sin apoderado a estas alturas de temporada.

Hoy no hubo premio, más bien sangre, la de Gonzalo Caballero al entrar a matar al tercero sobre el que se tiró literalmente con la espada y que le costó un cornalón en el muslo izquierdo. Sangre de Juan del Álamo violentamente volteado en su primero, a duras penas en pie para poder matarle. Los tres toreros frente al denominador común de una corrida exigente y complicada y ante la cual demostraron que hay otros toreros, de raza, con un mérito enorme.

¿El detallazo de hoy? Gonzalo Caballero llegó a la plaza sobre la hora del comienzo del festejo. Nervios de acero…

Foto: Manolo Briones