Por lo que se guste y mande, los festejos de aniversario de inauguración de La México no fueron lo rotundo que seguramente se planteó la empresa que rige hoy en día, el destino del coso más grande del mundo.

El domingo la tarde naufragó en la lidia ordinaria, por los toros de la ganadería de Teófilo Gómez, que lo mismo mezcla grandes triunfos que petardos sonoros por lidiar en fenotipo y genotipo al borde del deber ser, con la total complacencia de empresas, autoridades y por supuesto toreros como El Juli que los impone cuando torea, recurriendo al famoso conjuro antiguo de toro chico, billete grande de otras épocas, pero en las que al menos en aquellas; las plazas rebosaban de público, hoy en día ausente en gran número, desafortunadamente.

Al final los astados de regalo tanto de Bernaldo de Quirós para El Juli como el de Santa María de Xalpa para Sergio Flores el domingo 4 de febrero de 2018, permitieron que la tarde no terminara en un fracaso rotundo y por el contrario los toreros se fueron en hombros con dos orejas cada uno en la espuerta dejando la ilusión abierta para el siguiente día.

Y para el 5 de febrero, los astados de Jaral de Peñas ejemplarmente bien presentados, en comportamiento nos dejaron helados a quienes confiamos en su seriedad de concepto, de los nueve toros lidiados (por haber sido sustituido el sexto del francés que se lesionó el cuerno) sólo la habilidad de Castella en su primero, para lidiar tapando la cara y conduciendo la sosa embestida del bovino con la muleta, lo que permitió que el francés tuviera algún lucimiento, pero torear, lo que se dice torear, no era factible con la embestida cansina y a media altura, sin pizca de codicia, de gran parte del encierro que buscó casi todo el tiempo, el cobijo de las tablas.

Joselito Adame voluntad que se estrella con las condiciones de los astados, pero también con un público en su contra notoriamente, como también lo tuvo al final del festejo el torero peruano Roca Rey, que en cinco actuaciones en la capital, no ve la suya, excepto la tarde pasada con los de La Joya, en los que la espada lo privó de tocar pelo.

Jerónimo opuso técnica y buen gusto, además de una gran actitud de deseo de triunfo, que debería de tomarse en cuenta para en su madurez ponerlo a torear con mayor frecuencia, se lo merece.

Y por lo anterior, no me extiendo cuando estamos a punto de cerrar la Temporada Grande que anuncia para el domingo 11 de febrero a Andy Cartagena, Arturo Macías y a Leo Valadez con los toros de Las Huertas que reaparecen en México bajo la tutela de los descendientes del querido Chachito Barroso, en especial de Rodrigo y ya vendrá tiempo para la reflexión final.

No quiero dejar pasar la oportunidad para comentar lo emotivo que fue el homenaje para Juan Silveti Reynoso en la corrida de León del sábado 4 de febrero y dónde su nieto Diego hizo un faenón a un toro de Bernaldo de Quirós de gran calidad, de nombre Mezquite, que fue indultado. Usar tecnología moderna para rememorar el pasado en el sexto toro para homenajear al gran torero mexicano, que recientemente partió a la Gloria, fue un gran acierto y por ello, vale la pena, el resaltarlo.

Por su parte Pablo Hermoso de Mendoza también triunfó y junto con Diego, se fueron en volandas de un público leonés, que fue feliz y emotivo testigo de una tarde para el recuerdo.

Que así sea siempre y que los tropiezos se corrijan para bien de una fiesta que languidece y se nos escapa como agua, entre las manos.

¿O me equivoco? A todos nos dejamos, la posible respuesta.