Y si lo creemos ¿Entonces por qué algunos están concentrándose en la declaración de Morante de la Puebla sobre el toro y los jueces?, ¿Por qué no pensamos en las obras inmortales que dejó para el toreo, como la de Peregrino en la Plaza México o aquella actuación en Ronda sentado en una silla por algún momento?, ¿Por qué en lugar de desearle suerte y que regrese, algunos se preparan para fustigarle si lo decidiera a futuro?

Los instantes que crean los toreros son imborrables de las retinas que tienen el gusto de paladear la conjunción con el toro, la manera en la que se le torea escudriñando en el comportamiento de un animal, quién hasta ese instante, se mueve por el instinto, los genes y el aprendizaje directo de la madre en su proceso de crianza, todo gracias a la paciencia, conocimiento y afición (esta última por encima de las otras) de los criadores de toros de lidia.

Y para muestra un botón la actuación imborrable de Enrique Ponce en su faena de indulto número 47 en su haber, al toro de Juan Pedro Domecq en la plaza de la Malagueta en Málaga en España, habrá quienes como inquisidores que son, que criticarán con fuerza, tanto la puesta en escena y la música, como el que toreara de capote en la faena de muleta y que le diera a Javier Conde la oportunidad de darle las tres.

Pero regreso al principio, gran parte de la magia del arte en todas sus expresiones, en conjunto es la inspiración, la creatividad y la innovación y por tanto me parece recurrir a lo imprevisto, para generar sentimientos que nos llenan de gozo.

Así las cosas, queda para el recuerdo y la historia lo realizado por Morante de la Puebla plasmado en imágenes que nunca se podrán comparar con lo vivido en los ruedos, como aquel salir caminando y toreando del hilo de las tablas a los medios con el toro Peregrino de Teófilo Gómez, pero que sin embargo darán una idea de lo que afirmo.

Como diría la inolvidable Sor Juana Inés de la Cruz nuestra gran poetisa “hombres necios que acusáis…..” Por aquellos que viven las reglas, como si fueran la única base para sentir lo que vibra en el ser humano, cuando se es testigo de instantes de arte efímero.

Muchos toreros, aquí hable de dos, pero en especial el que se retira, nos ha regalado momentos imborrables y por ello le deseamos que recobre la ilusión para en algún momento regresar a desplegar el concepto único que atesora. Si por el contrario, deja para siempre su profesión, continuara siendo uno de los nombres con mayor sello dentro de la historia del toreo.

Les guste a muchos o no.

Unos de los que sigue en activo Enrique Ponce, a su modo y manera teje para el recuerdo también instantes imborrables engarzando una carrera longeva y exitosa con todo y que muchos también le fustigan. Allá ellos.

Así lo creo y por ello lo escribo, habrá desde luego quienes no están de acuerdo y esa es la grandeza del arte efímero del toreo, en la que cada uno con su prisma lo interpreta; en mi caso me gana el sentir que la grandeza del arte radica en sus genios y se va uno, lo extrañaremos.

Quedarán otros que van a ir engarzando cuentas para mantener viva la ilusión, así lo creo, así lo espero para el futuro.