Ahora que en Aguascalientes hemos tenido que padecer, debido a las intensas lluvias que han caído en la mayoría del territorio nacional, la posposición de dos festivales, 4 y 11 de julio, dentro del Certamen “México Busca un Torero” y en el marco del CXXV aniversario del emblemático coso “San Marcos”, empezando por aquella polémica decisión para celebrar el festejo del anterior domingo 27 de junio a pesar del torrencial aguacero que cayó, en los anales de la historia se registra, precisamente por la lluvia, un hecho que tuvo final trágico hace 96 años. 

Así lo describe el que fuera reconocido historiador don Heriberto Lanfranchi en su obra “La Fiesta Brava en México y en España” cuando dentro de la Temporada de Novilladas de 1925 que se celebró en el coso Monumental “El Toreo de la Condesa”, en la Ciudad de México, con el montaje de 11 festejos del 10 de mayo al 20 de septiembre, se dio una corrida de toros mixta el domingo 12 de julio de ese año, yendo en el cartel los espadas españoles Rafael Gómez “El Gallo” y José Gómez “Joseíto de Málaga”, además del  novillero jalisciense José González “Carnicerito”, quienes estaban puestos para lidiar cuatro toros y dos novillos de la dehesa de Piedras Negras. 

Así se relata el suceso: “El sevillano diestro ‘El Gallo’ aprovechó al primero de la tarde, que fue bravo y noble. En tanto, ‘Joseíto de Málaga’ tuvo que lidiar al segundo bajo torrencial aguacero, suspendiéndose el festejo cuando logró hacerlo doblar tras dos pinchazos y media estocada delantera. 

Más de un cuarto de hora duró la lluvia, quedando el ruedo convertido en un auténtico lodazal y, a pesar de querer ‘Joseíto de Málaga’ que se arreglara con aserrín para que prosiguiera el festejo, Rafael Gómez ‘El Gallo’, como primer espada, se negó a que esto se hiciera e hizo saber que de ninguna manera volvería a torear y que la interrupción momentánea de la corrida tenía que ser definitiva, accediendo a sus deseos la autoridad competente. 

Al hacerse pública la determinación anterior, los espectadores que aún estaban en la plaza armaron la gran bronca, pues como ya se habían lidiado dos toros, no tenían derecho a devolución alguna de las entradas, lo que no fue del agrado de ninguno de ellos. Algunos exaltados, empezaron a destruir cuanta cosa podían y echaron por tierra la división de madera entre sol y sombra, mientras que otros arrojaron al ruedo las láminas con anuncios comerciales que arrancaban de la barrera. 

La policía intervino, repartiendo culatazos a diestra y siniestra, por lo que la sangre empezó a correr, lo que enardeció a los rijosos en lugar de calmarlos, siendo tal el alboroto que era casi imposible despejar los tendidos y parecía que aquello nunca terminaría, pero en esos momentos llegó el cuerpo de bomberos y con potentes y helados chorros de agua vaciaron los graderíos en un santiamén. 

Habían pasado entonces más de 25 años que no se suscitaba un escándalo de tal magnitud en plaza alguna de la Ciudad de México, sobre todo, con un saldo de más de 50 heridos graves e innumerables golpeados y magullados”. Así la historia. 

Actualmente, habría que echarle un vistazo al reglamento taurino para saber hasta dónde puede influir la decisión del primer espada, de la autoridad y, ahora mismo, determinar en qué instante debe intervenir la gente de protección civil, sobre todo para salvaguardar la integridad de los protagonistas del espectáculo y, por supuesto, los intereses y derechos del público. 

DATO 

Más de 50 heridos graves y muchas personas golpeadas y magulladas fue el saldo de la tragedia de hace 96 años en “El Toreo de la Condesa” por la lluvia 

Foto: ADARBO