El reciente domingo en la plaza Williulfo González de Apizaco, Tlaxcala se llevó a cabo un festival de aficionados prácticos que tuvo tintes de gran interés, detalles románticos y momentos de arte extraordinario.
Con poca gente, pues solo entraron los invitados de los actuantes, y cuidando las medidas sanitarias se partió plaza al medio día con un sol radiante en lo alto de la ciudad rielera.
Abrió plaza el joven aspirante a novillero Gustavo García «Solito» que lidió a muerte un buen novillo toro de Santo Tomas que desarrollo una lidia emotiva embistiendo con calidad y bravura lo que fue aprovechado por Gustavo en una faena valiente y con mucha comunicación al tendido, lamentablemente pincho y escuchó fuertes palmas.
En segundo lugar, Roberto Benítez joven aspirante tlaxcalteca con otro ejemplar del mismo hierro demostró estar mentalizado y preparado al plantear una faena seria con gran estructura por ambos lados que coronó al segundo viaje entregándose en la estocada y siendo arrollado, se levantó sin mirarse la ropa y tras caer el enemigo recibió dos orejas de mucho peso jaleadas por el público.
El público aplaudió en el arrastre los dos novillos del ganadero Sergio Hernández Cosío.
En tercer y cuarto lugar se lidiaron a la portuguesa dos becerros procedencia García Méndez que tuvieron gran clase y comportamiento, primero Paco Sanlucar disfrutó en una faena larga por ambos lados un eral extraordinario con clase y mucho fondo al que cuajo tandas con gusto y torería para ser aplaudido en la vuelta, a continuación el matador en retiro Andrés Blando dio catedra de colocación y suavidad acariciando las embestidas y dibujando una faena con mucho duende jugando con el becerro que fue a más y nos dejó disfrutar un recital de clase y toreo con la muñeca del maestro.
Cerró plaza el aficionado Samuel Villicaña que viene precedido de triunfos importantes y que con un Novillo de Reyes Huerta realizó una labor de cuidado ayudando al astado que al estrellarse con un burladero salió lastimado sin embargo el buen hacer de Villicaña y el suave temple con que lidió le permitieron torear varios muletazos largos y lentos que sacaron el ole de los asistentes, coronó la faena con tres cuartos de acero en buen lugar y la faena mereció el corte de la oreja y el reconocimiento del público.
Una tarde triunfal en esta época de pandemia.