ARGANDA DEL REY (Madrid), España, 11 de septiembre (EFE).- El novillero Carlos Ochoa ha indultado un novillo de Fernando Peña en el triunfal fin de feria en Arganda del Rey, donde ha salido en hombros junto al venezolano Jesús Enrique Colombo y el mexicano Leo Valadez.

La feria de Arganda llegaba a su fin con una novillada de postín. Se anunciaban tres de los nombres más destacados de escalafón menor con un encierro de Fernando Peña con muchos matices. Porque los hubo malos de solemnidad pero, en contrarréplica, también los hubo muy buenos, como el sexto, al que Carlos Ochoa acabó indultando.

La tarde triunfal para los tres actuantes llevó la firma de Carlos Ochoa, quien toreó de maravilla al zambombo y desmochado sexto, con el que hizo una auténtica exhibición de toreo al natural, corriendo la mano con largura y muchísimo temple, engarzando los pases con mucho pulso y por abajo. Muy rotundo.

Nadie daba un duro por el utrero, pero, por donde rompió a embestir con una calidad, una codicia y una entrega más que notables. Ochoa se recreó en una faena de altos vuelos en la que demostró madera de futuro. Los tendidos, un manicomio de olés hasta que empezaron a asomar pañuelos en demanda del indulto, que usía no tardó en conceder.

Su primero fue un novillo rajado y remiso, imposible por mucho que lo intentara el madrileño, que de tanto querer se acabó llevando un tremendo volteretón en las postrimerías de su labor.

Valadez le cortó las dos orejas del buen quinto, con el que alternó pasajes demasiado embarullados con otros más rotundos y mejor compactados por el derecho. Pero lo vendió muy bien el mexicano, que anda con oficio. Un fin de obra por manoletinas de rodillas acabaron por meterse a la gente en el bolsillo. La estocada, hasta la bola, dio paso al doble trofeo.

Su primero, en cambio, apenas se prestó por su poca fuerza, moviéndose muy rebrincado y protestando los engaños. Valadez anduvo dispuesto en una faena de más a menos.

Otro triunfador en la tarde fue el venezolano Colombo, quien tuvo que enfundarse el mono de trabajo con su flojo y desrazado primero, con un pitón izquierdo abierto como una brocha de afeitar. No quiso pelea el animal, defendiéndose y quedándose corto. El venezolano tuvo que poner todo de su parte. El efecto fulminante de la estocada fue crucial para la oreja.

Tocadito por delante salió también de chiqueros el cuarto. Colombo exhibió facultades en banderillas y mucho dominio en el último tercio con un animal dócil pero muy medido, y al que hizo de todo el venezolano en una labor de oficio y comunicativa con los tendidos, lo que le permitió cortar otra oreja.

FICHA: ARGANDA DEL REY (Madrid), España. Casi lleno. Novillos de Fernando Peña, de serias y desiguales hechuras, y de juego desigual. Hubo tres y tres, siendo indultad el sexto, número 40, de nombre “Altamontaña”. Jesús Enrique Colombo: Una oreja y una oreja con petición de la segunda. El mexicano Leo Valadez: Ovación y dos orejas. Carlos Ochoa: Silencio y dos orejas y rabo simbólicos.