Vaya este espacio en honor y recuerdo póstumo a un gran torero, figura indiscutible, de esos que tanta falta hacen ahora, Curro Rivera, “Curro Cumbre”, a 18 años de su fallecimiento cuando tentaba en el campo bravo de Ojuelos, Jalisco.

Sin cumplir los 16 años de vida, el 14 de mayo de 1967, debutó en Matehuala, San Luis Potosí, para luego presentarse en la Monumental Plaza México el 14 de julio de 1968, cortando tres orejas a ganado de Garfias.

Ello lo llevó a la alternativa en Torreón, Coahuila, sin haber cumplido los 17 años de edad, el 14 de septiembre de 1968, de manos de Joselito Huerta y ante la presencia de Jaime Rangel, con “Presidente” de San Martín.

El 16 de febrero de 1969 confirmó en la Monumental Plaza México llevando como padrino a Manolo Espinosa “Armilla” y de testigo al salmantino Juan José, con “Romancero” de Garfias.

Vino la confirmación en el coso Monumental de Las Ventas de Madrid, el 18 de mayo de 1971, siendo apadrinado por Antonio Bienvenida y atestiguado por Andrés Vázquez, con “Beluco” de Samuel Flores y de ahí torear un total de 60 corridas en Europa. El 22 de mayo de 1972 se consagra en Madrid cortando cuatro orejas a “Cigarrero” y “Pitito” de Atanasio Fernández y abrir la Puerta Grande, aunque antes, el 3 de junio de 1971, ya la había abierto por vez primera al cortarle una oreja a “Grajador” y otra a “Niño”, ambos de Felipe Bartolomé.

Curro Rivera llegó a cortar seis rabos, dos de ellos simbólicos por indulto, en la Monumental Plaza México: “Soy de Seda” de Piedras Negras, “Emperador” de Reyes Huerta, “Payaso” (indultado) de Torrecilla, “Horchatito” de Garfias, “Caporal” de Mariano Ramírez y “Saltillero” (indultado) de Campo Alegre, además de torear más de mil corridas y cuando se convirtió en milenario lo hizo en el coso Monumental de Aguascalientes en dos festejos el mismo día, 25 de abril de 1982, y encerrándose a las 17:00 horas con siete astados de su dehesa y, a las 21:00 horas, con otros siete de varias divisas: San Martín, Santo Domingo, José Julián Llaguno, Begoña, San Antonio de Triana, Campo Alegre y Carranco. Sin duda, un diestro de gran sabiduría.