SANTANDER, España. Viernes 28 de julio (Cultoro).- Escribía aquel que la levedad del ser es insoportable pero es tal vez peor la del no ser. Porque el ser implica deseo, intención y vida; el no ser denota rechazo, negación, fatalidad. Pero también ambición por ser, por conseguir, esperanza de lograr. Y cuando eso se pone de manifiesto en una plaza de toros suelen estar en la arena tres que quieren pero no son. Aún. Lo expuesto con las telas en Cuatro Caminos implica mucho más de lo que reflejan las fichas. Hubo gloria, hubo sangre y hubo frustración pero hubo sobre todo tres tipos queriendo ser, porque el no ser los envuelve en la levedad.

Y la levedad hay que buscarla en otros mundos, en otras manos o en otras metas. Las de Álvaro Lorenzo están tan claras como el concepto que puso en la arena con dos toros medios para medio pensar. Pero lo bueno de verdad llegó en el sexto, ya despojado de los nervios del debut, de la crispación de su sexta tarde ya a finales de julio y de todo lo que no fueran telas, vuelos, suavidad y temple. Tiene una elegancia innata Álvaro y una impresión de fragilidad en la superficie que se empeña en desmentir el fondo. Porque les arrastra la muleta, les encaja el riñón y les parte la voluntad como sin decir esta boca es mía.

Poco a poco, en tandas cortas, con la naturalidad de un niño y la sapiencia de su adulta edad. Hasta que llega el puñetazo en la mesa acariciando el mantel, en cuatro naturales, un trincherazo y uno de pecho que hicieron crujir la plaza. Allí ya tenía las dos, pero un pinchazo inoportuno le dejó una en el camino, que Santander es muy de tener en cuenta esas cosas. Y la oreja del primero le hubiera redondeado la tarde en tres, que lo hacía menos leve porque convertía su actuación en cualquier cosa menos no ser.

Es también Fortes. Vaya si es. Porque con esa cara de palo, ese talle erguido y larguirucho, esas manos grandes y esos pies torpones le sopló naturales a los dos de su lote como si hubiese tenido enemigos para triunfar. Y no fue así. Pero sabe Fortes que es demasiado leve el no ser para su situación y les busca el fondo a los toros para que no llegue el triunfo sin satisfacción interior. Cada uno elige un camino y tiene el malagueño tan marcado el suyo que no cambia ni el color cuando le vuelven a meter el pitón.

Fue después de la estocada. Fue tras haberle pegado naturales de suprema verdad a ese quinto de carrera atolondrada, clase nula y feo embroque. Muy poco le entregó el de Castillejo que Fortes no le exigiese, porque cuando sale su nombre en los despachos no le vale la levedad. Y la verdad que busca la lleva dentro pero la saca a golpe de enterrado talón. A ese lo convenció de que debía embestir pero no pudo exigirle que le entregase su misma entrega porque era enemigo leve y eso no le vale a Saúl. Por eso tuvo que crecer sobre la tarde, sobre el toro, sobre sí mismo. La cornada no dejó de ser un accidente, pero ya van muchas.

También las tiene Adame cruzándole el cuero de parte a parte porque no quiere ser leve ni le vale en Europa el no ser. Debe ser duro para un tío saber que eres poco menos que el jefe cuando se cruzan las aguas y llegar a España para ser uno más. La levedad que eso representa la quiso anular matando sin muleta cuando el calendario mayeaba y hoy tuvo la oportunidad de desmayar el trazo cuando la tarde rompía. Dos series y en el inicio de faena, de tarde, de recital. Porque lo dio a su manera José, que busca reposar su toreo de forma que sea menos leve. Por eso cuando le dejaba la mano diestra por abajo y en el morro y le respondía el de Castillejo llegaba al tendido con tremenda facilidad. Y sabe hacerlo el mexicano, que sabe que eso se hace a partir del tercero de serie, descargado en los riñones, hundido en las zapatillas. Y a morir por Dios. Hasta le funcionó la tizona en el primer intento en la tarde santanderina pero hoy fue el descabello el que se empeñó en no ser. Y fue tan leve.

Dos ovaciones se llevó el mexicano a la espuerta, que no significan en número alimento para respirar pero sí es un paso adelante en la lucha que tiene por ser. Lo demás llegará pronto. Y no será nada leve.

FICHA: SANTANDER, España. Plaza de toros de “Cuatro Caminos”. Penúltima función de la Feria de Santiago. Corrida de toros. Astados de Castillejo de Huebra y José Manuel Sánchez, desiguales de presencia, tipo y capas, poco habitual en los negros Murube. De gran calidad y humillación el buen primero, con calidad informal el segundo, remiso y sin entrega el tercero, deslucido y mirón el cuarto, deslucido y sin humillación ni empleo el quinto y obediente y manejable el vulgarón sexto, aplaudido. El mexicano Joselito Adame: Ovación y ovación.  Jiménez Fortes: Silencio, una oreja y cornada. Álvaro Lorenzo: Una oreja y una oreja, con salida en hombros.

PARTE MÉDICO DE FORTES: “Ha sufrido una cornada de 20 centímetros en la corva derecha tras estoquear al quinto de Castillejo de Huebra. El torero fue prendido contra las tablas protagonizando dramáticos momentos. Fue a la enfermería sangrando, aunque por su propio pie. Tras hablarse con el equipo de Fortes se dijo que la herida no afecta vasos ni órganos importantes”.