A muchos nos dio alegría saber que una de las ganaderías más emblemáticas de nuestro
país con un historial longevo y con muchas anécdotas curtidas durante la historia del toreo,
lidiaba en La México. Incluyendo haber lidiado en España un encierro mexicano y tantas
más, como que en su plaza de tientas falleció tentando en los ochenta del siglo pasado, el
27 de enero de 1981, uno de los toreros mexicanos más representativos de nuestro
país, Jorge El Ranchero Aguilar, quién ahí también nació.
Sin embargo de ahí a opinar que el toro Siglo y Medio fuera para indulto inobjetable, medía
un gran trecho.
Entre las dudas de Gerardo Rivera por lo poco toreado que se encuentra el matador
tlaxcalteca y que nunca se planteó con confianza, no recuerdo que el bovino por el lado
izquierdo se desplazara como por el derecho y en la suerte de varas, no fue particularmente
encelado.
Peccata minuta dirán algunos, pero si vale la pena reflexionar que el público más bien
ocasional que solicitó y obtuvo el perdón, refleja que en el ánimo de las neo-asistentes está
implícito exigir ese homenaje y lo piden sin reflexionar del todo en las condiciones de los
astados, lo cual así será, pero es bueno anotarlo para que quién decide que es el juez, lo
tome en cuenta.
El sexto de la tarde Siglo y Medio de Piedras Negras, ganadería tlaxcalteca que
sobrepasa esa edad desde su fundación como hacienda, tuvo la gran cualidad de la
emotividad en la embestida y en su embroque humillaba al dirigirse a la muleta, por el
izquierdo se quedaba un poco corto.
Gerardo Rivera lo toreó más con habilidad que con empaque y una parte del público
pidió el honor del indulto, con mucha fuerza mientras otros se dedicaron a protestar la labor
del tlaxcalteca.
El juez de plaza Jorge Ramos entre muchas protestas, desde el punto de vista de muchos
(incluido el mío) injustificadamente lo oficializó y así se convirtió en el primer astado de
esa ganadería en lograrlo en La México.
Gerardo y Marco Antonio González dieron la vuelta al ruedo pero no hubo la
grandeza del pleno reconocimiento para el criador y el torero, éste se fue en hombros entre
denuestos.
Así se remató una tarde en que las generalidad de los astados con los pelajes que
caracterizan a la divisa, se vinieron físicamente abajo en los primeros compases de muleta
aunque por momentos sus embestidas tuvieron buena cadencia. El del cierre fue un muy
buen toro, pero desde mi prisma exagerado el homenaje.
Lució el capote de Rivera y Angelino, así como algunos pares de banderillas de ambos y
de El Chihuahua, al que de plano le tocó un lote infumable y además se llevó un golpazo
en la cara.
Rivera no hizo la suerte suprema en sus dos toros, el primero por echarse antes de que la
ejecutará, el segundo por el mentado homenaje.
¿La semana próxima como la anterior, será de indulto? Poco tiempo faltará para saberlo.
Hasta entonces.