Guadalajara, Jal. Plaza de toros El Nuevo Progreso. (Por Luciano Sandoval Chano) Se realizó el último festejo del serial tapatío con una entrada de media entrada. Se lidiaron dos toros La Venta del Refugio para rejones y 4 de San Constantino para la lidia ordinaria.

Abrió plaza “Paisano” un cárdeno nevado número 39 con 465 kilos de La Venga del Refugio para el caballista portugués Diego Ventura quien comenzó toreando muy pegada a la grupa en los medios. Con una banderilla al quiebro ejecutada de manera excepcional que despertó al tendido, el luso que se recreó toreando en la cara del toro, con piruetas muy arriesgadas, malogró la faena fallando en cuatro ocasiones con el rejón de muerte, al tercer intento con medio rejón desprendido pasaportó a su enemigo. Silencio.

El segundo en la orden de lidia y primero para los toreros de a pie fue “Caramelo” número 556 con 505 kilos que representaba el debut del ganadero Juan Pablo Corona en esta plaza. Un cárdeno listón bragado que lidió el experimentado matador hidrocálido Arturo Macías, que recibió al toro con una larga cambiada muy cerca del burladero de matadores, llevó a su animal al caballo muy torero con chicuelinas. Ya con la muleta estuvo embraguetado, pero sin trasmitir emoción ante un toro que se quedaba parado, y pocas embestidas ofrecía al matador, se tiró a matar por todo lo alto, dejando una buena estocada, la petición de premio fue concedida por el juez de plaza. Oreja.

El tercero de la tarde fue “Escritor” de 500 kilos, número 505 de la ganadería de San Constantino un hermoso ejemplar negro listón bragado para Diego San Román que saludó al burel con un rosario de verónicas, bien ejecutadas después de picado el toro, lo probó con una ceñidísimas gaoneras, dejando claro el valor del queretano. Inició su faena con doblones de castigo, sometiendo al toro que derrotaba bástate en su embestida, estuvo voluntarioso sobre todo con el pitón derecho, en base al poderío de su muleta logró someter al toro que no traía nada que ofrecer. Culminó con una tanda de manoletinas para después tirarse a matar, dejó dos pinchazos acertando al tercer viaje con el acero. Salida al tercio.

Diego Ventura fue el encargado de lidiar al cuarto de la tarde un cárdeno claro Girón numero 27 con 510 kilos de nombre “Artista” de la ganadería de la Venta del Refugio, que se dolía bastante con los rejones de castigo, además de presumir un defecto en la pata derecha lo cual no impidió el lucimiento del caballista, Al poner la tercera banderilla le quitó la rienda al caballo nombre “Bronce” demostrando que su cuadra son auténticos caballos toreros. Con las banderillas cortas una vez más lució magistral, sin embargo de nueva cuenta el rejón de muerte lo privó del premio. Salida al tercio.

“Gordito” fue el quinto de la tarde herrado con el número 446 con 505 kilos en su haber toco en suerte al torero Arturo Macías, toro de la ganadería de San Constantino. De hinojos y en los medios cito de largo, para levantarse y pegar tres magníficas tandas por el derecho, por naturales el toro mostró una gran categoría que el hidrocálido supo aprovechar. Una faena muy aseada y con ideas muy claras de parte de El Cejas, la cual se fue por la borda al pinchar en tres ocasiones. Salida al tercio.

El sexto de la tarde fue “Chirindongo” de San Constantino número 412 con 490 kilos para Diego San Román, faena cojonuda con más valor que arte, pero siempre queriendo agradar el nobel torero ante un toro que regateaba las embestidas, pegándose un arriman que el público supo agradecer con las palmas, estocada un tanto desprendida. Oreja.

Cerró plaza Arturo Macías con un toro de regalo de nombre “Guapito” de 490 kilos marcando con el número 497. Como es una costumbre David Vázquez se lució en el caballo con un gran puyazo que por cierto el torero hidrocálido brindó su faena a este gran picador, Arturo lució enorme por ambos pitones corriendo la mano con gran profundidad ante un gran toro de finas embestidas, un sector importante comenzó a pedir el indulto a un buen toro pero que para mi gusto no merecía el perdón. Después de muchos años se escuchó la canción “Pelea de Gallos” lo cual me pareció de muy mal gusto ante una plaza tan seria como había sido Guadalajara donde siempre se tocaban solo pasos dobles, esto era ya una pachanga. Afortunadamente el torero sabia que no era un toro para padrear y se tiró a matar con verdad para desorejar al toro que mereció arrastre lento. Dos orejas.

Al final la mayoría de la gente salió contenta, y otra parte del público más entendido salió con un un poco de disgusto ante la falta de educación de los tendidos del coso tapatío.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio a la memoria de  Felipe Pescador y de Roberto Cobos, dueño de la cuadra, ambos fallecidos recientemente.

Foto: Guillermo Espinoza