El 24 de octubre de 1992, en la plaza de Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid, se
celebró un festival taurino en homenaje a la memoria de Julio Robles y para ello los
hermanos Lozano, empresarios del coso, integraron un gran cartel en el que
figuraron Palomo Linares, José Mari Manzanares, Ortega Cano, Miguel Espinosa
Armillita, El Soro, Joselito y por aquellos años aún novillero, Javier Conde.
En silla de ruedas asistió Julio, para ser testigo de una faena de altos vuelos
de Miguel quién cimbró al recinto madrileño, con una gran faena a un novillo de Juan
Pedro Domecq y que por ella salió en hombros.
Para recordar a Miguel, además de dedicarle el serial completo San Marqueño 2018, la
empresa organizó un festival nocturno con toreros en el retiro, de una u otra manera
cercanos a quién el año pasado, emprendiera el paseíllo de la vida hacia la Gloria.
El cartel se integró con tres toreros mexicanos; Fermín su hermano; Memo Capetillo su
gran amigo; El Zotoluco por mucho tiempo apoderado al unísono de Miguel por José
Manuel Espinosa recordado y controvertido personaje taurino.
También se unieron al festival tres toreros españoles; Ortega Cano; Espartaco y Pepe
Luis Vázquez Silva, los cuales vinieron desde España para representar al toreo hispano.
La noche del 30 de abril de 2018, se encontraron los caminos porque el festival que se
celebró en la vetusta plaza de San Marcos en Aguascalientes, fue todo un compendio de
reencuentros con toreros que en diferentes momentos han decidido el retiro y hago la
debida excepción con Memo Capetillo, quién no lo ha anunciado y por lo tanto cabría no
adelantar vísperas.
A muchos nos llenó de sentimiento el saber que por una noche íbamos a ser testigos, con
novillos de diferentes ganaderías de conceptos del toreo diversos y ya en el retiro o casi
como Memo, y al finalizar fue encabezada por el toreo de Espartaco y la gran calidad de
un novillo de estupenda clase y acometida de Teófilo Gómez.
En el capote hubo una media de pintura de Ortega Cano; el toreo por la cara
de Fermín aplaudido por muchos que recordamos que no todo se circunscribe a los pases
tradicionales; Memo Capetillo con dos bellas verónicas y luego unos inmensos pases con
la derecha rematados con el trincherazo; Pepe Luis Vázquez quién se topó con un novillo
complicado pero aun así dejó un natural para el recuerdo y El Zotoluco que lidió a renglón
seguido dos novillos; uno de San Miguel de Mimiahuapám y otro de Begoña que
finalmente le permitieron buenos detalles con el capote y con la muleta.
Eso fue en conjunto el resultado, pero más allá del mismo, lo que me parece fue lo más
sobresaliente, es la conjunción que resultó entre uno de los toreros más importantes de la
historia de España (al que poco vimos en México por diferentes motivos) y un novillo
mexicano al que aún seguiría toreando pues cada vez iba a más, en su fija y noble
embestida.
Espartaco estaba desbordado de alegría por sentir que se había sacado la lotería y la
aprovechó al máximo, toreando con temple y reposo ante un público que conforme pasaba
la faena, iba también creciendo en entusiasmo y reconocimiento.
Querido Gordo se llamó el novillo y con él tejió una faena inolvidable en palabras de José
Antonio: ¨Una de las más emotivas de mi vida en mi debut en Aguascalientes¨
El indulto pedido por la mayoría y concedido por el juez, fue el premio a la obra de arte y a
la calidad del astado por la nobleza demostrada en su lidia y por ir a más.
Habrá los críticos y por esta vez que con su pan se lo coman, ayer como todos, quién
escribe fue a disfrutar, no a juzgar a los toreros y a los ganaderos, que hicieron un gran
esfuerzo por recordar a su compañero de profesión y amigo. Lo lograron a cabalidad,
salimos toreando de la vetusta plaza, recordando con melancolía a Miguel y saboreando lo
visto, para al finalizar ver partir en hombros de su hijo, a un gran torero que ayer disfrutó de
una noche de embrujo hidrocálida.