La tercera corrida de la Feria de la Cuaresma desde mi prisma, tuvo como resultado el triunfo (si acaso un tanto opacado por el alfanje) de Fabián Barba, quién recibió una oreja que hubiera sido más rotunda, de haber sido la colocación de la espada, mejor, pero hizo una faena de mucha entrega; el trazo del toreo de Pepe Murillo, quién no aprovechó a cabalidad ( y se entiende por lo poco que torea) las embestidas del sexto de la tarde de Marco Garfias, sin embargo tuvo el tapatío con el percal (capote) y la sarga (muleta) momentos estelares sin redondear un triunfo grande que propiciaba el buen astado tunero, parte de un encierro en comportamiento y presencia por momentos complicados, pero casi todos con fondo de clase en la embestida y con nombres, alusivos a la Semana Mayor excepto el cuarto.

Christian Aparicio varios muletazos de buen gusto, pero mal en la suerte suprema.

Por desgracia cayó herido el buen torero de Aguascalientes, Gerardo Adame con dos cornadas impresionantes, cuando trataba de poderle a Clarinero, un toro complicado al que le fue con la convicción de que era una oportunidad de clavo ardiente y había que asirse, desafortunadamente llegó el percance y ahora a recuperarse, para seguir echando la moneda al aire en su esfuerzo por llegar lejos en su clara vocación.

Pero días después, hay todavía rescoldos del domingo 19 de marzo cuando, después de más de 21 años de no hacerlo en La México, la lidia de un encierro de Piedras Negras nos trajo a la memoria, que con el transcurrir de los siglos se ha consolidado como una de las ganaderías de toros de lidia más importante del mundo, con el sello de buscar la acometividad y la codicia en las embestidas a veces rayando en el peligro inminente, como fue el caso del toro Timbalero, lidiado con gran maestría el 21 de marzo de 1982 por el inmenso torero que fue Mariano Ramos, faena inolvidable en el coso capitalino ejecutada hace 35 años y que fue considerada la de la Temporada, a pesar de ser mezquinamente premiada por el entonces juez de plaza.

Me piden mi opinión concreta del encierro y por ese motivo, siendo honesto con lo que pienso sobre la corrida de reaparición de la ganadería tlaxcalteca en su conjunto, me pareció una corrida interesante, pero no sobresaliente; rescataría el cuarto de la tarde lidiado por Antonio Romero por su claridad en la embestida y algo similar, el tercero que le tocó a Mario Aguilar; pero después de muchos halagos, es importante repasar con frialdad lo sucedido, considerando el sello del encierro tlaxcalteca, entendiendo desde luego que faltó más poder en los engaños como aquel que tenía el Timbalero Mariano Ramos.

Dejo para reflexión el que las acometidas a media altura, la distracción, el mirar al tendido, el no ir al caballo con celo, la falta de fijeza, codicia y ritmo no son precisamente sinónimos de bravura emotiva, o eso así lo entiendo. Al digno sucesor de la dehesa, Marco Antonio González, por tanto cabría la última palabra en su análisis ganadero con relación al futuro que pretende.

Eso también hacía tiempo que un encierro no provocaba tanta polémica, la cual es muy positiva en tiempos en que el toreo ya no apasiona como antaño y por eso es que días después de la lidia del encierro, aún está vigente la misma.

La dejamos así, porque nos encaminamos al domingo 2 de abril, cuando se presenten los triunfadores de la Feria de Cuaresma, que se infiere serán al menos dos: Silis y Barba, veremos que deciden para integrar el cartel que se enfrentará a los matadores con encierro de San Marcos y mientras tanto deseamos la mejoría a Romero y Adame que sufrieron en aras de ser figuras del toreo, graves percances.