El 15 de noviembre de 2015 por medio de una sustitución, es que vino a confirmar a La
México el torero riojano, Diego Urdiales sustituyó a Enrique Ponce; el hecho fue que
cómo ahora pasó esté año en Bilbao y luego en Madrid, Diego dio una lección de cómo es
el toreo en su máxima expresión; su padrino fue Fermín Rivera y el testigo Armillita
IV, con el torero a caballo Alejandro Zendejas por delante.
La faena al toro de la confirmación, Personaje de Bernaldo de Quirós fue un dechado de
belleza y emoción, citando con la bamba o centro de la muleta y conduciendo la embestida
primero hacia los tobillos y luego despidiendo atrás de la cadera que en aquella tarde,
embelesó al público capitalino, dejando un aroma de torería que todavía recordamos; hasta
hoy y en la misma cuerda solamente estuvo la faena a Peregrino de Teófilo Gómez al año
siguiente de Morante de la Puebla, el 11 de diciembre de 2016.
Por ello, con extrañeza supimos que Diego por diferentes circunstancias, no fue requerido
en las plazas europeas en éste año, cuando su presencia en los carteles significa la
posibilidad de recrear el toreo que hemos visto en imágenes de toreros privilegiados y de
esa pasta, son unos cuantos en la historia del toreo.
Tuvimos en agosto la enorme suerte de ver su actuación en Bilbao y como ya lo narré en
este mismo espacio, fue una explosión de alegría el verle actuar con los toros de Alcurrucén
que bien le permitieron a Diego, explayarse en su máxima expresión con el sentimiento
interno (nacido intuyo) de sentirse relegado por un sistema taurino que tendría que
recapacitar lo injusto que ha sido con un torero que cuando se prestan las circunstancias,
teje faenas inmortales.
El domingo 7 de octubre de 2018 en Madrid, fuimos testigos por la imágenes de la
televisión de una corrida que de entrada nos permitió disfrutar de un encierro de Fuente
Ymbro, propiedad de Ricardo Gallardo que se destacó por el equilibrio de nobleza con
bravura aderezada está última con cierta fiereza que provocó que el festejo en conjunto, sea
inolvidable.
Luminoso el tercero de la tarde fue un toro que en unas manos distintas a las
de David Mora (quién no las tuvo todas consigo) tal vez y sin querer pecar de exagerado,
hubiera sido a candidato a petición de indulto que solamente una vez se ha concedido en La
Ventas en 1982; el toro Belador de Victorino Martin lidiado por Ortega Cano.
Octavio Chacón sumó una oreja conseguida a sangre y fuego que lo mantiene en el ánimo
de los aficionados que lo han visto resurgir del ostracismo con base en una vocación
indómita.
Algunos fuenteymbro eran nobles, en el sentido de claridad en la embestida combinada con
fiereza, pero para embarcar esa nobleza, rápida, ágil y fuerte, hacía falta mucho valor,
mucha serenidad, mucha técnica y esa a raudales la aportó Diego Urdiales quién provocó
gloria, drama, diversión, emoción; es decir, lo que fueron siempre, por siglos, las corridas
de toros, hasta que a alguien se le ocurrió que con el toro light es más bello el toreo.
La petición de vuelta al ruedo a los restos de Luminoso y Hurón fue ignorada por el
presidente de la corrida, allá él y su juicio.
Y ahora para rematar, hay que volcarse con Diego quién estuvo bien en su primero, pero
con Hurón rompió el cuadro; el fuenteymbro con el riojano dejaron en el ruedo una faena
inmortal, en la que cada embroque era el preludio a un grito de reconocimiento a la rebeldía
con base en una tauromaquia que hoy en día muy pocos practican y menos se aprecia en la
conformación de los carteles.
Ojala que las dos vueltas al ruedo misma que hace años no pedía el público madrileño para
un torero con trofeos en la mano y el grito unánime de ¡Torero, torero! No queden como
anécdotas y se le dé el lugar que merece el concepto embelesador de Diego Urdiales, aquí
y en China.